Arte de China

Mural de Dunhuang, Dinastía Tang.

Desde los orígenes de la historia china se crearon objetos en bronce, jade y hueso que recogieron el espíritu y efecto buscado en los rituales chamanistas.

Estas formas de bronce y jade muestran por primera vez uno de los principios esenciales del arte chino: la síntesis entre el espíritu creador artístico y la función social y jerárquica a la que estaban destinados desde su concepción. El primero de ellos se mostraba en la exquisitez de las formas, en el origen de los temas decorativos tomando como paradigma las fuerzas de la naturaleza y su acción sobre el espíritu humano, y en el gran conocimiento técnico de los materiales que ha caracterizado todas las formas artísticas.[1]

Como complemento tanto la diversificación de las formas como la iconografía con la que se adornaban correspondían a los principios de jerarquización social y uso ritual que caracterizó los inicios de la civilización china con la Dinastía Shang y la Dinastía Zhou. En esta última dinastía surgen las escuelas de filosofía que profundizando sobre la relación del individuo con su entorno y la consideración social del mismo, establecerán los fundamentos teóricos sobre los que siglos más tarde se desarrollaría la teoría china del arte.

Nos referimos fundamentalmente al taoísmo y al confucianismo, sin por ello afirmar que existe una clara división entre lo que algunos consideran arte taoísta como manifestación disgregada de un supuesto arte confuciano.

  1. Chang, Miguel (1994). Introducción al arte chino (1a. ed edición). Colegio Oficial de decoradores/Diseñadores de Interior. ISBN 84-600-9074-4. OCLC 431192619. Consultado el 25 de febrero de 2023. 

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